Pudo ser en un día soleado o en medio de uno cubierto por las nubes. No se sabe si hacía frío, si corría una brisa tenue, o bien, si los tiernos y abundantes rayos de sol de Bío Bío acariciaban sus brazos juveniles.  

Lo concreto al respecto es que un novel Bernardo O’Higgins cogió un par de semillas entre sus dedos, las amasó como lo hace el escultor con la más querida de sus obras y, a continuación, las dejó caer entre la tierra previa y cuidadosamente removida, plantando un castaño. 
Ese imponente ejemplar es hoy, más menos doscientos años después, la principal huella de su etapa en la hacienda San José de las Canteras, propiedad que le obsequió su padre Ambrosio a principios del Siglo XIX, tiempo antes de que se convirtiera en el Libertador de la Patria. Allí vivió con su madre y su hermana. 

Como se dice, mucha agua ha pasado bajo el puente desde entonces, pero aquel vetusto árbol se niega a claudicar. Como bien compara en uno de sus escritos el investigador Marcial Pedrero Leal, permanece erguido “igual que un anciano que se mantiene en pie, sostenido por soportes de madera”. 
Lo más probable es que, como muchos de los o’higginianos que día a día se suman irrestrictos a esta idea, el castaño no quiere pasar a mejor vida antes de ver cumplido el nuevo sueño. 

El anhelo es simple, pero a la vez complejo. Simple porque sus impulsores tienen claro lo que quieren y poseen el espacio para materializar el proyecto; complejo porque, pese al empeño puesto, los recursos para culminarlo aún no se encuentran a disposición. 

En el presente, el viejo castaño y un monolito del prócer dan la bienvenida a los visitantes al recinto que el Instituto O’Higginiano filial Los Ángeles –apoyado por el Centro Cultural Canteras- se encarga de preservar en la comuna de Quilleco, 30 kilómetros al oriente de la capital provincial. 
El plan, anunciado en diciembre del 2006, implica rehacer la hacienda que alguna vez albergó al Director Supremo y a su familia, la cual fue saqueada e incendiada por el Ejército Realista, en 1814. 
Será una casa museo, parte de un circuito turístico mayor, algo así como la “Ruta de O’Higgins”. El recorrido tendrá otros puntos referenciales en Chillán Viejo y sitios que, de una u otra manera, estuvieron relacionados con el prócer, incluyendo algunos fuertes españoles ubicados en Ñuble y Bío Bío. 
El presidente del Instituto O’Higginiano de Bío Bío, Alejandro Mege, explica que el proyecto, en el presente, se encuentra en trámite, y que los meses venideros serán decisivos para su resolución. 
“Junto con el Centro Cultural Las Canteras de O’Higgins tenemos invitado al presidente nacional del Instituto O’Higginiano, Pedro Aguirre Charlin (vendría el 27 de noviembre). En terreno le vamos a entregar los antecedentes del proyecto, y le vamos a pedir que el instituto se involucre a nivel nacional para conseguir los recursos y construir la casa museo”, adelantó. 

De paso, solicitó “que las nuevas autoridades comunales de Quilleco se involucren más y asuman un compromiso más directo con este proyecto. En definitiva, esta iniciativa será de beneficio para toda la comunidad”. 

NUEVAS SEMILLAS 
Mientras eso ocurre, José Francisco Sáez, cuidador en el Recinto Histórico El Castaño por casi una década, se sume de lleno en la leyenda que rodea a este sitio. 

“Se cuenta que aquí había un túnel donde se llegaba a la raíz del castaño, abajo. Dicen que hay una escala, con un subterráneo”. 

Según don José, en ese espacio se habrían guardado armas, “pero a mí no me consta. A mí me lo contó un señor Isla, que era sereno”. 

Contemplando el castaño, asegura que éste aún da buenos frutos, “una castaña chiquitita y dulcecita”. Sonríe y toma algunas de las semillas, las acaricia con las yemas de sus dedos y, luego, las lanza sobre el terreno con absoluto descuido. No es irrespeto, sino todo lo contrario. Tiene la total convicción de que, en la tierra de O’Higgins, algo bueno ha de crecer. 

UN SUEÑO INCONCLUSO

En 1998, el Instituto O’Higginiano se adjudicó un Fondart, con cuyos recursos se realizó un estudio arqueológico, histórico y de arquitectura para este proyecto, detalla el arquitecto angelino Osvaldo Cáceres. 

“Se ha promovido por montones de partes, pero no se han podido conseguir los recursos para construir. Además, falta concretar el proyecto, porque la parte arquitectura está lista, pero hay que hacer los planos de alcantarillado, de cálculo, etc. Con eso ya se podrían pedir propuestas para la obra entera, pero estamos en veremos hasta que aparezcan fondos”. 

En lo relativo a la casona, Cáceres ilustró que “en 1804 O’Higgins construyó la casa en Canteras, de acuerdo a la tecnología que él conocía. Pero duró hasta el año 1814, cuando fue destrozada en la época de la Reconquista. Fue quemada, y se sabe que para terminar de demolerla (los realistas) tuvieron que hacerlo a hachazos”. 

De acuerdo con el profesional angelino, cuando Bernardo O’Higgins se radicó en Perú, hizo una completa descripción de la propiedad situada en la actual comuna de Quilleco. “Él decía que salía a mirar el amanecer al oriente y en la tarde la puesta de sol, porque tenía corredores a ambos lados. Entonces, era una casa que tenía una forma bastante corriente para la época, pero más grande”. 

Tras sucesivas ventas y traspasos, la enorme hacienda de Canteras –de aproximadamente 30 mil hectáreas- se fue desmembrando, y quedó reducida a una extensión considerablemente más pequeña. 

Actualmente, la casa-museo de O’Higgins se pretende emplazar en medio de una hectárea de superficie, dentro de la cual se encuentra el castaño y el monolito del héroe. 

Las medidas del edificio serán de alrededor de 76 metros de largo por 10 de ancho, según las dimensiones que el propio O’Higgins habría señalado tenía la original, según consignan algunos textos de historia. 

En la proyección de Cáceres, el costo aproximado de la construcción bordearía el millón de dólares.
Fuente: Diario La Tribuna

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